Hay que bajar al Camino, hay que estar en los albergues, hay que dar la cara, y partírsela si es necesario, en defensa de un Camino preso cada vez más de intereses de todo tipo, donde cabalgan, al alimón, afanes que poco tienen que ver con el Camino de los peregrinos del Apóstol: intereses económicos y turísticos, de política local o regional, “promociones” dignas de parque temático cuando no desprecio absoluto a lo que ha signiicado la peregrinación a Santiago a lo largo de su historia y su proyección de futuro. Nos hemos empeñado en no dejar pasar, por lo que