grandes ciudades anegadas por el humo, Compostela sometida a un cerco medieval durante días y días y, por todas partes, impotencia, desolación y desesperanza. Aldeas enteras quedaron abandonadas a su suer te y con sus vecinos cercados, mientras una lucha casa por casa, aldea por aldea, monte por monte, se desarrolló implacable. Por docenas, por centenares, los focos se reproducían uno tras otro ante el estupor de la población, en gran medida abandonada a su suerte por...