Etapa 7
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- Localización:
- PEDROUZO – SANTIAGO
- 0€
- Tipo:
- Etapas
- Ruta:
- Camino Francés
- kilómetros :
- 20 Km
Descripción
Esta es la última etapa del Camino Francés. La mañana puede llevarnos a sentir nervios pensando en lo que nos espera al mediodía, pero es recomendable disfrutar de la etapa aunque no podamos decir que es de las más bonitas en cuanto a paisaje.
Pero vallamos desde el principio. Salimos del albergue con la ilusión y las ganas. Al principio el camino se hace ameno, pero a medida que avanzamos ya empezamos a ver la impronta urbanística que siempre es antesala de una ciudad. Vemos muchas carreteras, urbanizaciones, industrias e instalaciones del aeropuerto, pero nada detiene nuestro avance hacia el final del Camino.
Pasamos los últimos montes de eucaliptos y robles y pronto llegamos a Lavacolla, donde nos cruzamos con el río Sionlla conocido también por el nombre de regato de Lavacolla. Este era el lugar escogido por los peregrinos para lavar sus ropas y ellos mismos para llegar ante el Apóstol limpios.
Empezamos a subir por una carretera que ya no nos abandonará hasta llegar a Santiago. Pero antes nos espera el Monte do Gozo a la izquierda como antesala de Santiago.
Una parada obligatoria para contemplar el valle al que tenemos que llegar y pisar las piedras milenarias de Santiago, pero antes nos dirigimos a saludar la Catedral desde la distancia junto a las figuras de bronce de los dos peregrinos, desde donde se ve por primera vez las torres de la Catedral que nos esperan.
Salimos del lugar y nos espera el último tramo del Camino para entrar en Santiago y ya no dejar de caminar por las aceras de la ciudad que nos van conduciendo bien señalizadas a la plaza del Obradoiro.
Pero antes debemos señalar que en un cruce entramos por el lugar donde se encontraba la Puerta del Camino y que ya nos da paso al casco histórico. Vamos por la Rúa da Acibechería que nos lleva a la Plaza de la Inmaculada con el Monasterio de San Martín Pinario. Ahí ya la emoción empieza a desbordarse.
Bajamos para cruzar el Arco del Palacio, donde casi siempre suena la gaita como anticipo de las emociones al entrar en la plaza del Obradoiro.
A partir de este momento cada peregrino siente que el Camino ya es parte de él, que vino para quedarse para siempre.