Etapa 3

La nueva etapa es de una dificultad baja, consta de pequeños desniveles que ayudan a caminar sin grandes problemas.

De nuevo nos encontramos con un camino lleno de abundante vegetación siendo la naturaleza nuestra mejor compañera para caminar.

Esta es una etapa para disfrutar del Camino, no es larga por lo que se debe de caminar pensando en llegar, pero nunca queriendo ser el primero, en Portomarín hay plazas de albergue suficientes.
Hay muchos pueblos donde merece la pena parar y visitar sus monumentos, siempre encontraremos algo que nos sorprenderá gratamente.
La llegada a Portomarín se produce con una fuerte bajada que nos puede deparar un sabor agridulce dependiendo que como nos encontremos el Río Miño.
Debemos pararnos un poco antes de cruzar el puente que une las dos orillas, pues en la que encontramos primero, era donde el antiguo pueblo de Portomarín estaba y que el embalse de Belesar tapó con sus aguas.

Si el embalse está lleno solo podemos ver un río enorme, pero si tenemos la suerte de que se encuentre con poca agua, podemos ver el propio cauce del río Miño y el puente antiguo. También los restos de molinos y el lugar donde el pueblo quedó cubierto por las aguas.

Cruzamos el puente sobre el Miño con Portomarín a la vista y nos encontramos al terminar de cruzar con una escalinata para subir a una capilla. Hay que decir que el arco de esa escalinata pertenece al antiguo puente medieval que se trasladó a ese lugar salvado de quedar bajo las aguas.

Portomarín es un buen lugar para descansar después de una jornada de caminata, un buen lugar para reponer fuerzas para la nueva etapa y el nuevo día que nos espera con algo más de distancia que en el día de hoy.