Diario de Rafaél: Camino Francés, de Puente La Reina a León
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El peregrino norteamericano con raíz portorriqueña, Rafaél, nos ofrece sus experiencias por el Camino Aragonés, Francés y Primitivo.
Me levanté hacia las 8 -- ¡qué lujo!. Había salido el sol, el tiempo era casi fresco y el cielo muy claro. Me tomé mi tiempo visitando los diversos lugares de la ciudad y haciendo fotografías. Durante mi paseo coincidí con el alemán sin nombre que he estado viendo aquí y allí, con Javier y Elizabeth y la otra pareja alemana, el padre, que parecía muy frágil, que continúa y el hijo que vuelve a Alemania. Y ahora los conocidos del Camino Aragonés se van. Es siempre triste.
Esta noche la estoy pasando en el albergue. Ha sido restaurado y no parece que se llene. Buena señal. Los peregrinos y caminantes son brasileños o franceses. He visto un español y un australiano que estaba teniendo problemas con pies y piernas.
Hacia las 12 el tiempo se volvió más frío, se nubló y empezaba a chispear, unos signos nada animantes. A la hora de cerrar el albergue estaba lleno y el tiempo no había mejorado. Comencé a temer que la idea de caminar en mayo y evitar las multitudes fuera una locura.
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La carrera comenzó cuando algunos caminantes se levantaron antes de las 5 para conseguir una cama en el siguiente albergue o quizá romper el embotellamiento del tráfico. No comencé a caminar hasta las 7 con el cielo muy nublado y vientos fuertes y fríos. No pude evitar reírme cuando una pareja austríaca se quejó de que hacía más calor en Austria que en la soleada España.
La andadura no tuvo nada destacable. Hay varias subidas al salir de Puente la Reina, pero únicamente el tiempo le quitó al caminar parte de su placer. Hacia las 12 estaba en Estella.
Debido a las nubes, cuando no a la lluvia, no había podido hacer la colada. Así que decidí quedarme en el albergue donde al menos podría lavar y tender la ropa. Y eso hice. Más tarde salí a dar un paseo y, aunque las condiciones eran menos que favorables, tomé algunas fotografías. También estuve buscando el único cibercafé que encontré y, mira por dónde, estaba cerrado. El próximo está en Logroño y lo usé el año pasado.
Aunque no tengo los síntomas típicos, mi nariz empieza a comportarse como si tuviera un resfriado. Seguro que no lo necesito. Por unos momentos esta mañana me había sentido cansado, pero luego me recuperé y verdaderamente hice un buen tiempo al llegar aquí. Sin embargo, el tiempo loco y la multitud inesperada han sido desagradables. Pero todo esto puede cambiar --. Sé que el sol está detrás de esas nubes grises.
Saldré a cenar dentro de pocos minutos. La comida ha sido muy buena, como esperaba. Y esa es la mejor anotación del día.
El año pasado caminé hacia Los Arcos sin parar, pero hoy decidí pasar aquí la noche. Llegué a la población alrededor de las 11 después de un trayecto sencillo. Pude haber alcanzado fácilmente Torres del Río, unos 7 kilómetros más, pero al recordar la experiencia del año pasado (no me gustó el albergue y no había donde comer) creo que quedarme fue una elección correcta. El tiempo sigue muy fresco y nublado. Por suerte, no llovió.
El albergue de Los Arcos lo lleva una pareja de alemanes. Son agradables y abiertos pero parece que tienen algún problema para hablar inglés. Esto ya no es realmente un problema pues muchos de los peregrinos son de Europa del Norte. De hecho, parece extraño estar en España y oír todo tipo de lenguas, excepto español. El albergue está dividido en habitaciones más pequeñas y comparto una con otros tres caminantes.
Los Arcos es una pequeña población, más bien una encrucijada, que aparentemente fue un centro importante en algún otro tiempo. Esto se refleja en su gran e impresionante iglesia de Santa María, de interior gótico y campanario renacentista. Hay poco más en ella.
Hoy practiqué medicina por primera vez en este Camino. La paciente es Dona, una señora de Calgary, Canadá, que comenzó a caminar en Pamplona. Parece que todo el mundo tiene ampollas, de uno u otro tipo, como el año pasado. Los otros problemas son contracciones musculares o tendinitis. Muchos de estos peregrinos no acabarán. Como siempre, comienzan a caminar con muy poca o ninguna preparación física y a veces ninguna experiencia de senderismo.
Los peregrinos que hay hoy aquí son un grupo más "equilibrado". Los franceses siguen predominando pero hay, que yo sepa, una pareja de canadienses, británicos, alemanes y una joven de origen polaco que ahora vive en Alemania. También hay un neozelandés y creo que un español. ¡Debe haberse perdido! No necesito decir que las conversaciones son altamente interesantes e instructivas. Carl, el australiano, también está aquí. Mantuve anoche con él una gran conversación sobre la cena. Me explicó los servicios sociales australianos -él es uno de sus beneficiarios- y hoy no vaciló en contar al grupo que su madre le está pagando el viaje. Carl está también en los cuarenta y tantos y se ha casado tres veces. Verdaderamente encuentras todo tipo de gente en este Camino.
Sólo he hecho 21 kilómetros hoy. Mañana haré 27 e intentaré conseguir dinero. Ahora, a cenar.
Anoche cené con Dona y Bill (americanos) y con un británico. Bill trabaja en una representación estatal en Massachusetts y Dona es médico. Ambos parecen ser buenos caminantes, viajando con poco peso y avanzando con rapidez. Fue una buena tarde, a pesar de que el tiempo sigue estando bastante fresco. La comida fue particularmente buena; una combinación de patatas y "chorizo" (patatas a la riojana) y el segundo plato una versión en pavo de pollo a la rusa. Entre los tres hombres nos las arreglamos para acabar con dos botellas de un excelente vino tinto. ¡¡¿Cómo puede competir con esto el Sendero de los Apalaches?!! El único problema que tuvimos fue que el restaurante comenzaba a servir comidas a las 8.30 de la tarde (pronto para las costumbres españolas) y el albergue cerraba las puertas a las 10 de la noche. Volvimos tarde y la mujer del hospitalero, una señora alemana muy estricta, estaba sentada tras las puertas oscuras desaprobando el tener que esperar a unos chicos malos. Rápidamente me fui a mi litera en completa oscuridad y enseguida me dormí.
Esta mañana me he levantado a las 6, desperté a mis tres compañeros, desayuné mi sandwich y comencé a caminar a las 7. La salida de Los Arcos es llana y recta durante al menos 4 millas, hasta llegar a Sansol-Torres del Río. Este último pueblo, donde estuve el año pasado, tiene una iglesia octogonal única, la Iglesia del Santo Sepulcro, que dicen es una copia de otra de igual nombre en Jerusalén, (construida donde supuestamente estuvo el sepulcro de Cristo), igual que Santa María de Eunate. Caminé recto por Torres del Río, notando que tenía un mesón nuevo, algo que hubiéramos podido usar el año pasado.
Después de Torres del Río el camino pasa por una serie de colinas onduladas que te hacen subir y bajar durante una hora, hasta que llegas a un alto desde el que se supervisa el pueblo de Viana. Es una población muy antigua con una impresionante iglesia gótica (Santa María), demasiado grande para un pueblo de este tamaño y donde está enterrado César Borgia.
Llegué a Torres del Río alrededor de las 11, rellené mi botella de agua, eché un rápido vistazo a la iglesia y caminé hasta Logroño, donde llegué a la 1.30 de la tarde.
Logroño es una ciudad grande, localizada a orillas del río Ebro. El año pasado no me quedé aquí y quería ver algo de esta interesante ciudad, mezcla de muy antigua y moderna. Para mí, la iglesia más notable es la de Santiago el Real, con una bonita estatua ecuestre de Santiago Matamoros. Frente a la iglesia han hecho una plaza, la Plaza de los Peregrinos, con un moderno tablero de la oca que representa algunos sitios por los que discurre el Camino de Santiago.
El albergue de aquí no abre hasta las 3.30 de la tarde, así que fui a darme una vuelta por la ciudad, buscando un cibercafé, que no encontré. Sin embargo, pude comprar una tarjeta telefónica internacional que espero funcione mejor que la que compré en Francia el año pasado.
No he podido deshacerme de la multitud de peregrinos y he seguido pensando cómo conseguirlo. Ya ahora hay unos 40 esperando inscribirse en el albergue. La fama de este "camino" sigue creciendo claramente y las autoridades provinciales parecen ser bastante conscientes. En este proceso están cambiando el Camino. Por ejemplo, el camino de tierra por el que se entraba a la ciudad el año pasado ya no existe. Lo han sustituido por una senda moderna, algo llamativa, pavimentada en rojo -probablemente para indicar nuestra llegada a La Rioja.
Estaba todavía oscuro y hacía frío y viento cuando salí del albergue. Por un momento pensé que había estado lloviendo pero afortunadamente me equivoqué. Por el camino conseguí algo de dinero pues no hay ninguna ATM hasta Burgos o quizá hasta Santo Domingo de la Calzada. También intenté llamar a La Flaca, pero no lo conseguí. Me tomó algo de tiempo salir de Logroño y sus suburbios, pero fue un verdadero placer caminar pues la ciudad ha construido una senda muy bonita de 4 millas a modo de Camino. Es parte de un gran parque llamado La Grajera. El Camino asciende cómodamente y justo antes de perderse tras una colina tienes una gran vista de la ciudad. Después continúa subiendo gradualmente y por fin llega a Navarrete y su hito, una portada del siglo XII que fue originalmente el frontal de un hospital antiguo, San Juan de Acre (un albergue medieval). Sólo quedan las ruinas del hospital y la portada es ahora la entrada del cementerio del pueblo.
Atravesé esa zona con rapidez. (Una anotación: Hay un albergue nuevo en Ventosa, unos 8 kilómetros al oeste de Navarreter.) Había que subir de nuevo hasta el Alto de San Antón y luego seguir hasta Nájera. Este es el pueblo desde el que pude acceder a internet el año pasado, pero hoy me encontré con que el cibercafé-librería estaba cerrado. Hay otros dos sitios nuevos, pero ninguno funcionaba, uno estaba cerrado y en el otro los terminales no estaban conectados.
Podía haberme quedado en Nájera, parece un pueblo bonito, pero era demasiado temprano y seguí hasta Azofra. Hay otras subidas a la salida de Nájera y empezaba a notarme cansado cuando llegué. Según la guía he hecho 34.8 kms por un camino que en realidad no es difícil. Pero éste no es uno de mis tramos favoritos. Aunque las viñas son muy llamativas y están preciosas, después de todo es La Rioja, también hay muchas industrias, incluyendo aserraderos y canteras que afean el encanto del paisaje, que debiera ser otro. El Camino está contaminado con vertederos industriales que, combinados con materiales agrícolas y algunos restos de la basura de los caminantes, dejan algunas zonas feas a la vista.
Tengo un ligero dolor de garganta. Espero no caer ahora con un resfriado. La cena de anoche fue en el "Bar de Peregrinos". La comida fue muy escasa, y debo acordarme de contárselo a la gente de la lista. También debo mencionar que el albergue tiene una pinta bastante mala. Hablé con María Tobía que solía ser la hospitalera pero aparentemente ha sido reemplazada por Daniel Velarde, un americano de Colorado de origen vasco. Estuvo muy amistoso, servicial y era capaz de comunicarse en inglés, español y francés. Parecía disfrutar con su papel.
He tenido una mala noche con un dolor muy fuerte de garganta. No quiero ni pensar en resfriarme. Más bien, tengo la idea de que sea una reacción alérgica...
La gente y el tiempo continúan siendo los principales factores que influyen en el Camino. Los albergues siguen estando abarrotados con europeos del norte y ahora brasileños. Sólo he visto un puñado de españoles. Esta noche hay dos americanos jóvenes en el albergue, cosa rara.
El tiempo sigue frío, pero se templó bastante después de las 2 de la tarde y me quité la parka. El día amaneció claro y con una luna llena todavía alta en el cielo. La salida de Azofra discurrió por caminos agrarios pero a las 2 millas comencé una subida constante que duró todo el trayecto hasta Cirueña. Desde allí hubo bajadas y subidas por zonas con bastante niebla que me acompañó casi todo el tiempo hasta Santo Domingo de la Calzada. Continué caminando y gané tiempo, haciendo el primer descanso en Santo Domingo donde me comí una manzana exactamente en el mismo sitio donde lo hice el año pasado. Eran casi las 9.15 - yo había salido a las 6.30.
Me relajé mientras veía a las madres llevar a sus hijos al colegio y varios turistas alemanes intentando entrar a la Catedral para ver al gallo blanco y la gallina enjaulados, parte de una leyenda demasiado larga para relatarla aquí, pero es parte de la cultura y la historia de este pueblo. Realmente que gustaría pasar algún tiempo en Santo Domingo, pero su localización y mi tiempo no terminan de coincidir. Por cierto, he caminado 17 kilómetros y mi destino era Redecilla del Camino, a otros 10 kilómetros. Pero cuando llegué a Redecilla sobre las 12 e incluso después de un tiempo intentando llamar a Ales, pensé que era demasiado temprano para parar--- Además, no me importaba demasiado Redecilla, así que decidí seguir a Belorado. Llegué allí a las 3 de la tarde, habiendo caminado casi 40 kilómetros ó 25 millas.
Aun cuando me había comido un sandwich por el camino, estaba más hambriento que cansado, así que me fui directamente a un restaurante a tomarme una comida completa. Ahora son las 8 y 10 minutos y no me he hecho a la idea de cenar esta noche. Está -¡qué raro!- lloviendo ahí fuera y no me apetece mojarme. Debería tomarme una sopa y un sandwich (raciones de emergencia) y esperar a otro día.
Por cierto, al hacer hoy 40 kms dejé atrás al tropel de gente con el que "viajaba" y alcancé a la multitud que había estado intentando evitar. ¡Esa idea de que la edad acarrea sabiduría y sentido común debe estar obsoleta! Oh, si, Feliz Cumpleaños, Rafael - Ya tienes 69 y siguiendo...
Cuando me inscribí en el albergue esta tarde, el hospitalero se fijó en mi nombre y me dijo que justo al final de la calle había una casa antigua con el escudo de armas del apellido "Martínez" en piedra sobre la puerta de entrada. Más tarde me acompañó hasta la casa y pude hacer una fotografía para la posteridad. Siempre supe que corría sangre azul por mis venas...
Para apuntar: salí de La Rioja a mitad de camino entre Grañón y Redecilla del Camino. Ahora estoy en la provincia de Burgos, en Castilla y León. Por tanto, he caminado por Aragón, Navarra y La Rioja. Buenas noches.
De nuevo me puse en marcha a las 6.30. Al principio, pensé que iba a llover, pero hacia las 9 salió el sol y el tiempo mejoró. Llegando a Villafranca-Montes de Oca, el Camino recorre una serie de pequeñas montañas llamadas también Montes de Oca. No es un camino difícil, pero como es de esperar supone varias subidas y bajadas al menos hasta llegar al Monasterio de San Juan de Ortega. En la Edad Media los peregrinos temían atravesar esta zona boscosa porque estaba infestada de bandidos y animales salvajes y el caminar por ella era un peligro para sus vidas.
Por eso el nombre de "oca", que parece ser un juego de mesa español. Hoy, los bandidos y los animales salvajes han desaparecido y lo que queda es el bosque. Excepto por el Monasterio de San Juan de Ortega, la región está deshabitada todo el camino hasta la pequeña aldea de Agés, y se puede disfrutar de una soledad absoluta.
Llegué al Monasterio alrededor de las 11.30. El año pasado me había quedado en él y no planeaba este año pasar aquí la noche. El lugar está aún lleno de historia y jugó un papel importante como lugar seguro para los peregrinos que se dirigían a Santiago en la Edad Media. Existe gracias a San Juan de Ortega, hijo de una familia acomodada, que dedicó su vida a auxiliar a los peregrinos eliminando los peligros que suponían esas montañas. Cuando murió en 1163 fue enterrado en una capilla que había construido en este lugar y, junto al cual, Isabel la Católica en 1477 ordenó construir el Monasterio. Hoy la capilla es una iglesia románica que contiene el mausoleo donde reposan los restos del santo.
Todo muy bien, pero el lugar es frío y sólo tiene duchas frías. ¡Y pensar que he caminado semanas sin ducharme, ni con agua fría ni con caliente! Demasiado para la naturaleza humana... Probablemente lo que me convenció de seguir adelante fue el hecho de que la localidad sólo tiene un bar pequeño, con un menú muy limitado y que a las 12 de esta mañana ni siquiera tienen bocadillos. ¡Totalmente inaceptable! Así que alrededor de esa hora me senté en un banco frente al Monasterio y me comí mi sandwich. Luego, seguí hasta Atapuerca para completar los 31 kilómetros de hoy.
El albergue de Atapuerca es privado. Era el primer caminante en llegar y tuve que ir a un restaurante para que me dieran la llave del albergue. Sólo eran las 2 de la tarde y tampoco habían comenzado a servir las comidas pero se alegraron de alojarme y alimentar felizmente a mis parásitos. El sitio (El Palomar) es un local sorprendentemente bien decorado, donde sirven una excelente comida. Me sorprendió su calidad hasta que me dijeron que Atapuerca era un importante yacimiento arqueológico donde se estudia si los restos encontrados pertenecen a los primeros "europeos" (el hombre de Atapuerca).
El albergue es pequeño pero cómodo. Al final del día casi estaba lleno. La composición de los caminantes ha cambiado. Claramente ha quedado atrás la multitud y ahora voy con caminantes individuales y ciclistas como yo. Anoche el grupo lo formaban tres mujeres de Austria. Vienen del Tirol y del este de Austria. Una lleva un restaurante, otra un hotel y la tercera es médico rural. También hay una pareja de franceses que fueron muy amistosos pero apenas hablaron algo y tres ciclistas españoles que se unieron al silencio de los franceses. Finalmente, conocí a una pareja, Francisco y Estela, de las Islas Canarias. Los he visto y hablado con ellos por el Camino, pero los había dejado atrás. No fue hasta que llegaron aquí y comenzaron a charlar que me di cuenta de la semejanza entre la forma de hablar ellos español con la forma de hablar en Puerto Rico.
Por ejemplo, siempre me había preguntado de dónde venía la palabra "guagua" y había pensado que era un invento portorriqueño. Eso era hasta que oí a Estela utilizar la palabra. Después de eso estuvimos un largo rato comparando términos. Fue divertido.
Las últimas horas de la tarde fueron muy agradables. Muchos de nosotros volvimos a El Palomar y compartimos una gran mesa. Las representaciones incluían a los españoles, los dos franceses, una señora brasileña, Estela y Francis. A uno de los españoles, Juan, un valenciano, le encanta hablar y nos desternillamos de risa con sus comentarios sobre el Camino. A pesar de las "dificultades" del mismo, nos contó que debía acabarlo ya que no podía volver a su casa sin la Compostela. Amante de la Coca Cola, fue profundizando en sus propiedades. Se podría pensar que era el hombre de la campaña promocional de Coca Cola. Después de mucho reír, la conversación se volvió seria y derivó hacia los problemas con los vascos y las divisiones históricas de España. Uno se pregunta cómo este país, a pesar de su larga existencia, ha conseguido mantener su unidad. El amor por la "patria chica" permanece constante en estas sociedades. Quizá las comunicaciones modernas y mejores transportes de región a región habrán ayudado a disminuir estas diferencias históricas, excepto, supongo, en el caso de los vascos.
Esta mañana no me levanté muy temprano ya que, después de una conversación con Estela y Francis decidimos unirnos a un grupo que se suponía iba a visitar el yacimiento arqueológico. Estuvo bien porque a primeras horas hacía bastante frío y mucha niebla. Más tarde cambiaría; la niebla levantaría, aparecería un sol radiante y el día se templó. De nuevo la vida era bella.
Estela, Francis y yo desayunamos en un bar y poco antes de las 10 fuimos a la oficina que dirige el trabajo de Atapuerca. Nos enfadó que nos dijeran que no había guía para la visita. Durante mucho tiempo nos estuvieron exponiendo las razones de por qué no ofrecían más visitas, como la ausencia de transporte hasta la exposición o bien por el tema de responsabilidades. Hacia las 10.30 tomamos el Camino y nos dirigimos hacia Burgos. No mucho antes habíamos dejado atrás los Montes de Oca y allá en el horizonte pudimos apenas divisar la ciudad. Seguimos caminando por las ondulantes colinas que caracterizan la llegada a los suburbios y, hacia las 12, paramos en un pequeño pueblo y comimos algo. El bar lo lleva un equipo madre-hijo que llegó a España desde la República Dominicana y lleva trabajando en el bar un par de años. Era un lugar inaudito para encontrar "dominicanos" pero es porque el mundo se hace más pequeño cada día que pasa. No estaban muy contentos ya que no se habían "ganado" la aceptación de la gente de allí.
Pasaron otras dos horas antes de comenzar a atravesar la zona industrial que da la bienvenida a Burgos a los caminantes. Es una entrada a la ciudad larga y tediosa. Estela tuvo problemas en los pies y se movía lentamente y no llegamos propiamente a la ciudad hasta después de las 2 de la tarde. No seguimos por la ruta que hice el año pasado para llegar al centro y pronto me desorienté. Por entonces, recorrimos un gran paseo comercial y decidimos parar, descansar y almorzar. El paseo sigue el mismo formato que los que tenemos allá, incluyendo sitios para comer y la comida era tan mala como aquella. He ido allí otra vez... Salimos del paseo y se hizo evidente que estábamos perdidos. Preguntamos direcciones y tuvimos la suerte de hablar con un hombre que había hecho el Camino y estuvo encantado de orientarnos en la dirección correcta. Finalmente llegamos a la catedral y Estela y Francis la visitaron mientras yo vigilaba las mochilas fuera. Después los llevé al albergue. ¡Eran más de las 5 de la tarde! La moraleja de la historia: Camina por ti mismo y llega a tu destino a horas razonables. Sin embargo, son una pareja encantadora y hemos compartido un tiempo juntos. También cenamos juntos esta noche. Sería la última vez. Burgos es su destino final.
Comencé a caminar a las 6.30 y para las 9 había llegado a Hornillos del Camino. En Rabé de las Calzadas, a 8 kilómetros al este, y el lugar donde las calzadas romanas se entrecruzaban en otros tiempos, comencé la subida desde el valle a la meseta. Hornillos es la primera pendiente de la meseta y punto de inicio de un recorrido de 10 millas vacío de población y de gente. Es una zona que recordaba del año pasado por su absoluto silencio y paz. Hoy era algo diferente porque estaba nublado y soplaba un viento con fuertes rachas. Pero la soledad me acompañó todo el camino hasta Hontanas, otra elevación, donde pasé la noche el año pasado. Allí me quedé un rato para visitar a Victoriano, que lleva el decrépito mesón y se ha convertido en una de las personalidades del Camino. Me quedé allí el rato suficiente para comerme un bocadillo muy pobre y ver las expresiones de las caras de los caminantes que visitaban el lugar por primera vez. ¡El mesón es tan cutre que es justamente maravilloso!
Caminé por el tiro de una chimenea (un valle muy estrecho, si quieres) por el que se sale de Hontanas y finalmente conduce al valle de Castrojeriz. Llegué allí alrededor de las 2.15 de la tarde e inmediatamente me dirigí a un bar para almorzar. Quería venir aquí porque el año pasado lo pasé de largo a pesar de que pensé que parecía un lugar muy bonito e interesante. Y lo es. El pueblo llevará aquí probablemente desde la época de los romanos. Se dispone en la falda de una colina pequeña que domina el valle circundante justo bajo la meseta. En lo alto de la colina hay un castillo antiguo, símbolo de un lugar cuya existencia estaba claramente determinada por su valor militar. Musulmanes y cristianos entablaron sangrientas luchas por la posesión de este lugar hasta que en 1.131 Alfonso VII ganó finalmente y lo mantuvo permanentemente.
El pueblo tiene varios lugares donde pasar la noche y un albergue muy bonito. Se sitúa a un lado de la colina con, probablemente, las mejores vistas de ningún albergue del Camino. Me contaron que la estructura es de hace unos 170 años y originalmente perteneció a un veterinario. Nada mal...
Intenté llamar a Aidita pero ahora debe estar con el ordenador... Tuve la oportunidad de hablar con Selenia. Así que la tarjeta de teléfono funcionó después de todo. Más tarde hablé con Aidita. En casa todo parece ir bien.
No he cenado esta noche, estaba lleno después de la comida tan buena. He caminado 38.7 kms en 8 horas, una larga pero buena caminata. Plácidamente cansado, me comí un sandwich y me acosté.
Mientras salía de la ciudad y subía la Colina de Mostelares negras e hinchadas nubes se mantenían pesadamente sobre el valle de Castrojeriz. Es una subida gradual que te devuelve a la meseta o como aquí se llama la Tierra de Campos. Por el camino me encontré con una mujer mayor que me dijo que era de Vancouver y cuyas piernas vendadas eran un reflejo de sus penosos esfuerzos. Hablamos unos minutos y luego continué. La gente como ella nunca deja de asombrarme. Pocos lo completan (caminando), pero ciertamente son un ejemplo para el resto de nosotros.
Una vez en la meseta caminé durante quizá unos 15 minutos llegando a una corta bajada que me presentó una inmensa llanura. El sol había salido entre las nubes, hacía frío pero sin viento. Lo único que oía eran los cantos de los pájaros. Todo era paz y tranquilidad, un sentimiento que me acompañó unos cuantos kilómetros. Entonces vi en el horizonte lo que parecía ser un coche rodando por una carretera obviamente asfaltada y volví a la realidad. Poco después llegué a la Ermita de San Nicolás, originalmente hospital del siglo XIII y hoy albergue mantenido por una Asociación italiana (hoy estaba cerrado). Justo después se llega al río Pisuerga, que se cruza por el Puente Fitero. Ahora he dejado Burgos atrás y entro en la provincia de Palencia.
Hacia las 11 llegué a Boadilla del Camino, conocida por su columna jurisdiccional gótica (rollo), símbolo de su antiguo poder jurisdiccional y en el cual los prisioneros solían ser encadenados. El año pasado me quedé aquí, así que hoy continué. No mucho después llegué al sitio donde se cruza el Canal de Castilla, en el que, en otro tiempo, las barcazas eran empujadas por burros desde las llanuras de Castilla hasta el puerto de Santander. Hoy sigue utilizándose para riego. Seguí la senda a lo largo del canal hasta Frómista y, hacia las 12, caminaba por el pueblo.
Hacía un buen día. Al principio había amenazado lluvia pero luego se volvió soleado aunque fresco. Por el camino adelanté a tres franceses que había visto por primera vez en Puente la Reina. Los dejé atrás pero están esta noche en el albergue. También están Karen y Lawrence, una pareja americana que he mencionado antes, así como una señora de Pennsylvania y otra de Nueva York que encontré en Castrojeriz. Llegaron aquí antes que yo, obviamente en autobús, y me saludaron como a un viejo amigo. Así es el Camino.
Son las 5.30 de la mañana, hora de levantarse. Vuelvo dos veces al saco y vacilo. No he dormido bien esta noche y no me apetece levantarme y comenzar el día. Pero me levanto... Durante la noche uno de mis compañeros de habitación no roncó, tronó de una manera increíble. Hacia la medianoche otro de los compañeros se levantó y arrastró su saco hasta el pasillo y se fue a dormir al suelo huyendo del rugido atronador. Me puse tapones en los oídos, pero ni eso sirvió. No sé cuántas veces pensé que el hombre se iba a ahogar -era como un bote en medio de una tormenta, sumergiéndose en el fondo de las olas, desapareciendo y surgiendo al momento hasta lo alto de una cresta, agobiado por su propia falta de aire. Este hombre tiene problemas.
Sólo desayuné una manzana. Ayer tarde era domingo y todo estaba cerrado. Son las 6.30 cuando salgo del albergue. Con la excepción de los "tres reyes" y el roncador, que también se ha levantado, todo era oscuridad y silencio..., para variar.
Debo decir también que Frómista tiene un buen albergue municipal y los que lo cuidan son serviciales y amables. Dan el desayuno a las 7 -no permiten cocinar- y en el comedor hay un pequeño cartel que dice: Paga cuando estés servido. Es el único lugar de todo el Camino donde he visto semejante cartel que me llamara la atención.
Salí del pueblo y me paseé por el primer "andadero" (esas sendas construidas en el último Año Santo, creo que en 1999, para ofrecer a los caminantes una vía cómoda). Para las 9 ya estaba en Villalcázar de Sirga y entré a visitar su excepcional iglesia de Santa María la Blanca. El año pasado no pude entrar y las fotografías que tomé fuera no quedaron muy bien. Esta mañana, mientras intentaba hacer algunas, me quedé sin baterías. ¿Está alguien intentando enviarme un mensaje? Así que entré al bar que hay frente a la iglesia, me tomé un cola-cao, comí una pasta, abrí la mochila y busqué las de repuesto. Finalmente las encontré en el fondo. Todo lo que había empaquetado tan cuidadosamente acabó por el suelo del bar para regocijo del propietario y los clientes que me miraban como si hubiera caído de la luna.
El propietario del bar me dice que la iglesia abrirá a las 9.30. Espero, las 9.45 y la iglesia sigue cerrada. Poco después de las 10 salí del pueblo sin poder verla por dentro. Algunas cosas no deberían ser así.
Continué mi camino hacia Carrión de los Condes. Hacía un poco de fresco y pegaba el viento mientras el sol y las nubes jugaban al escondite. Alrededor de las 11.15 llegué a Carrión. Debía haber pasado la noche aquí, pero era demasiado temprano, así que visité mi supermercado favorito del Camino, que recordaba del año pasado, y compré lo necesario para hacerme un buen bocadillo. Saqué la bolsa de plástico en un parque frente al Monasterio de San Zoilo, hoy parador nacional, preparé el bocadillo y pacifiqué mis parásitos. Mientras me lo comía, Adam el canadiense, junto a una pareja con un perro (que también quería mi bocadillo) me adelantaron. Son más de las 12 cuando salgo del pueblo y me encuentro que el camino está cerrado porque un puente se ha venido abajo. El desvío va por una carretera asfaltada. El tiempo continúa siendo malo, las nubes han tapado el sol y llueve a ratos. Llego a una población en la carretera y el desvío me lleva por la derecha de un camino agrícola que finalmente me devuelve al Camino. Esta zona de Palencia es como una mesa de billar -totalmente plana. El sendero es tan recto como una flecha, flanqueado de cereales plantados este invierno que ahora crecen mostrando un profundo color verde esmeralda que sólo el Gran Pintor ha podido crear.
No puedo ver el final del camino y establezco unos "hitos" en el horizonte visible para reducir la sensación de que no tiene fin. El viento sopla un poco, las nubes se van oscureciendo y parecen cerrarse sobre la tierra. Chispea una vez más y cuando empiezo a sentirlo por mí, comienzo a preguntarme qué será esta llanura sin árboles en medio del verano. Sin sombra en verano y ahora nada que obstaculice los vientos tormentosos.
Pocos kilómetros antes de Calzadilla de la Cueza la tormenta explota. Camino con la cabeza agachada intentando protegerme del viento y la lluvia. Veo un pajarito luchando por su vida mientras se agarra con el pico a una rama en uno de los pocos árboles de la zona... es una mentira... pero verdaderamente, si hubiera tenido una bicicleta con una vela ¡habría llegado a Santiago esta tarde! De repente una población emerge de una hondonada y el primer edificio resulta ser el albergue. Tiene un cartel con instrucciones de pedir la llave en el bar del pueblo. Llevando la mochila, camino hasta el bar y en vez de pedir la llave pido una habitación.
Anoche tuve una estupenda "tertulia"-cena con Carol, Lawrence, Mike -un inglés-, Katharine de Bélgica, y Adam el canadiense. Todos tuvimos que sufrir la tormenta pero ninguno se queja. ¿Será que nos hemos acostumbrado al mal tiempo?
La lluvia, o debería decir la tormenta, continuó toda la noche y me di el lujo de dormir hasta las 7. Desayuno, nadie se ha levantado aún, pago la factura y me marcho. Son las 8.30 cuando aprieto el paso pues una enorme nube oscura, como ayer, se acerca por el oeste. Me pongo la parka y continúo.
Aunque está muy nublado no aparece la lluvia. Sopla el viento y hace frío. El camino no es muy llano sino que sube y baja gradualmente por colinas onduladas. Y así es hasta que llego a Lédigos y Terradillos de los Templarios.
Oigo cohetes o disparos a una distancia que suena más y más fuerte según me aproximo a San Nicolás. Están celebrando la fiesta de su patrón, San Isidoro, patrono de los agricultores. Mientras entro al pueblo me encuentro al hombre que tira los cohetes y me invita a unirme a las celebraciones. Entro a la iglesia donde se celebraba la misa y me sorprende ver que todos los participantes son hombres. ¡Es raro en España! El sacerdote está dirigiendo una homilía que yo podría haber escrito. En esencia les dice, "dad gracias por lo que tenéis; es mucho más de lo que tiene el resto de la humanidad". No me quedé a la fiesta y seguí caminando.
Subí a una pequeña colina y desde la cumbre y a lo lejos en el horizonte pude ver Sahagún. Y de esta manera salgo de la provincia de Palencia y llego a la de León. Es apenas mediodía.
El albergue, que parece ser muy bonito, está prácticamente lleno. Me encuentro con tres brasileños preparando la comida. Me ducho, como un bocadillo, hago la colada y me voy a buscar un cibercafé. Es el mismo que utilicé el año pasado y la misma joven peruana, un poquito más gruesa, aún trabaja en él. Puedo leer mis mensajes y enviar uno a Aidita, pero son las 3 de la tarde y van a cerrar el local. Me dicen que vuelva a las 5.30. En fin, es la costumbre española...
El tiempo ha mejorado y doy una vuelta por el pueblo. Todo está cerrado. Vuelvo al albergue, me echo una breve siesta (hay algo que decir sobre las costumbres españolas) y más tarde escribo algunas notas. Son las 5.30 cuando vuelvo al cibercafé por segunda vez hoy. Me encuentro un mensaje de Aidita en el que me anuncia mi "fallecimiento". Es la segunda vez en este año que me declaran muerto, pero esta vez es un poco más problemático porque los Fondos de Defensa y el Servicio de Contabilidad no me han pasado la pensión a la cuenta corriente. Bueno, podría ser peor... ¡podría estar realmente muerto!
Intenté imprimir el mensaje por si podía contactar con DFAS, pero la impresora no funcionaba. Anoto su dirección y envío algunos mensajes, uno a la lista del Camino de Santiago, pero Hotmail no va. Empiezo a pensar que quizá debería volver al albergue y esconderme en un búnquer... Pero en vez de eso salgo y hago algunas compras para mañana, así como también papel de cartas para escribir a DFAS y avisarles de que "las noticias de mi muerte son algo exageradas". Más tarde ceno con Lawrence, Carol y Mike; vuelvo al albergue y cuezo dos huevos para el desayuno. Son casi las 10.30 cuando termino estas notas. Estoy vivo pero un poco cansado y me duermo pensando si debería o no contratar un abogado...
Son las 6.30 cuando salgo del albergue. Llueve. Cualquier persona normal con una cantidad razonable de neuronas se volvería a la cama. Pero nadie ha dicho que sea normal y mi cantidad de neuronas ha sido tema de muchas discusiones, así que salí. La lluvia aumenta y me obliga a refugiarme. Me cubro la cabeza con la capucha de la parka, camino y dejo atrás Sahagún.
No mucho después llegué a Calzada del Coto y allí cometí el segundo error consciente del día. En vez de continuar por el andadero que me hubiera conducido directamente a Mansilla de las Mulas, atravesé el pueblo y tomé la Vía Traiana (Aquitana), una antigua calzada romana. La lluvia debe haber provocado un corto circuito en las pocas neuronas que me quedan en el cerebro.
Crucé el pueblo y entré, una vez más, en el páramo, una verdadera mesa de billar. Llana, sin árboles, desolada y hostil es la única manera de describir esta zona. Finalmente llegué a Calzadilla de los Hermanillos. Atravesé el pueblo y un señor mayor me saludó y me dijo "Has madrugado". ---- ¡Son las 9.30 de la mañana! Le digo hola a una señora anciana y salgo del pueblo. No hay viento y ahora lo único a lo que debo enfrentarme es un chirimiri. Por entonces, camino hacia un granjero de edad que empuja una carretilla. Nos decimos hola y empezamos una conversación como si nos conociéramos de toda la vida. Me dice "No es un buen día para andar por ahí caminando". Le contesto "He visto días mejores". Se vuelve hacia el oeste y mira "Espero que no te pille la descarga". Me da una palmada en el hombro, yo hago lo mismo y nos despedimos como si fuéramos viejos amigos. Mientras me alejaba pensé que detrás de los nubarrones negros el sol seguía brillando y que aún había más calidez en el corazón de los hombres. Sería la última persona que pude ver en las siguientes tres horas. Entonces llovió y volvió el viento -la "descarga" estaba aquí y aún me quedaban 17 kilómetros de calzada romana antes de que llegara a Villamarco.
Mientras caminaba recordaba que el año pasado me había preguntado: ¿Cómo sería caminar por el páramo con mal tiempo? Hoy empiezo a entenderlo. Pero estaba agradecido por la suerte que tenía de que el viento no soplara del este-sudeste y no tuviera que caminar contra él. Llovió y siguió lloviendo todo el camino hasta Reliegos donde me cobijé en el mismo albergue en el que el año pasado nos refugiamos del sol y del calor. He caminado más de 40 kilómetros y era hora de salir de la lluvia.
Otro día interesante en el Camino. Salí alrededor de las 7.15 y en una hora estaba en Mansilla de las Mulas que debía haber sido mi meta ayer. Estaba nublado -para variar- pero por suerte no llovía.
Se llega a Mansilla por un "andadero" pero una vez ahí el Camino sigue la N-601 hasta León. La distancia se cumple rápidamente y hacia las 12 caminaba hacia el convento de Las Carbajalas. Por el camino, el alemán que encontré ayer bajo la lluvia en Villamarco se me pegó. El hombre habla a todo el mundo en alemán, pero mientras íbamos hacia el convento me habló en inglés y algo molesto "Hombre, tú andas muy deprisa" como si le hubiera obligado a seguirme. Realmente se ve cada pájaro raro en el Camino...
Me inscribo, completo mi rutina diaria y salgo a comer. A diferencia del año pasado, el albergue no está cerrado entre las 2 y las 4 de la tarde y los huéspedes disfrutamos una necesaria flexibilidad. Vuelvo al mismo bar en que comí el año pasado, a por mi comida. Está justo en la esquina antes del albergue. No es tipo "gourmet", pero la comida es buena y el precio más que justo.
Mientras como, empiezo a planear mi próxima etapa. León es la ciudad donde saldré del Camino Francés y caminaré hacia el norte, hasta Oviedo. Desde allí intento seguir el Camino Antiguo o Camino del Interior hasta las ciudades de Lugo y Palas de Rei y allí unirme de nuevo al Camino Francés y seguir hasta Santiago. Pero primero tengo que buscar dónde comienza en León el camino que va hasta Oviedo. Después de comer me dirijo a la Oficina de Información Turística, donde espero que me puedan dar la información necesaria. Pero la oficina está cerrada al igual que la catedral, frente a ella. Así que vuelvo al albergue y hago lo único posible, la siesta.
Son las 5 cuando salgo hacia la catedral. Siempre me han impresionado sus cien magníficas vidrieras que dan la sensación de sostener el monumental edificio. He hecho varias fotografías, ignorando si está permitido y salgo antes de que me conduzcan ante la Inquisición. Entonces cruzo la plaza hacia la oficina de turismo y mantengo una larga conversación con todo el personal. No tienen información alguna sobre el camino a Oviedo y me envían a dos librerías donde piensan que "podría" encontrar la información que busco. La primera que me encuentro está cerrada; la otra, Librería Pastor en la Plaza de Santo Domingo está abierta. Entro, busco en las estanterías y en esto me encuentro al propietario, el señor Jesús Pastor Pastor. Nos hacemos amigos, conversamos y le pregunto lo que necesito. Tiene todo tipo de libros y mapas, pero no lo que necesito. Finalmente, saca un libro, lo dedica y me lo regala. Salí de la tienda feliz pero tan ignorante como cuando entré.
Decido volver al convento y preguntar el teléfono de la Asociación de Amigos del Camino de León. Consigo un número y busco un sitio para llamar. La persona que contesta me da otro número de teléfono. Hago otra llamada y me contesta una hermana del convento. Colgamos, me golpeo la cabeza contra la cabina de teléfono y vuelvo al convento. Una vez allí me encuentro que la hospitalera se ha ido, que las hermanas no están ahora disponibles, o sea, que no hay con quien hablar. Más tarde apareció la hospitalera y trató de ayudarme e incluso darme el nombre de otro hospitalero que supuestamente había caminado de León a Oviedo. Pero no sirvió de nada. Por ahora es evidente que tendré que pasar otro día en León, así que vuelvo a mi bar favorito de la esquina y ceno. Es hora de reagruparse. Por cierto, el albergue está lleno de "godos" y brasileños. ¡Aquí nadie habla español!
Las Carbajalas me invitan a desayunar y no salgo del convento hasta casi las 8. Con todo y con eso, a estas horas todo el mundo está aún durmiendo y todo está cerrado. La noche anterior el dueño del bar me dio la dirección de una pensión cercana al convento, así que me dirigí hacia allá para buscar una habitación. Hacia las 9 encuentro una lavandería y dejo todo lo que llevaba para lavar y luego localizo un teléfono y empiezo a hacer llamadas. Es una pérdida de tiempo y dinero porque casi nadie contesta, el teléfono no funciona o se traga las monedas. Es peor que en Las Vegas. Al menos allí uno espera que pueda salir algo de la máquina.
Ya son las 10 y vuelvo a la Oficina de Turismo. Se me ocurre que haya una oficina de turismo rural en León y allí puedan darme la información que busco. Oh sí, hay una oficina de turismo rural en León... en la provincia de León, pero no en la ciudad. Comienza a aparecer un sentimiento de que se agota mi bienvenida a la oficina de turismo cuando la chica me dice: "En el Museo de la Real Basílica de San Isidoro hay un "experto" en el Camino" y les pagaría la visita. Si no, podría consultar al Obispado... Le doy miles de gracias y salgo...
Mientras busco de dónde sale el camino a Oviedo estoy descubriendo León. La ciudad data de época romana, cuando la VII Legio Gemina acampó aquí. De este origen humilde empezó a crecer hasta convertirse en un importante centro comercial, político y militar. Su importancia se refleja en los impresionantes monumentos que reúne. Entre ellos, la catedral de Santa María de Regla, la Real Basílica de San Isidoro, la Casa de los Botines, diseñada por Gaudí, y el convento-monasterio de San Marcos, hoy un parador de lujo.
De cualquier modo, llego a la Basílica y pregunto por el experto en el Camino. La mujer encargada me dice que "Tenemos un gran número de expertos pero ninguno de ellos está ahora disponible". Me río entre dientes, compro una entrada y entro al museo de la Basílica. Dentro encuentro a un grupo de jóvenes americanos que están haciendo un viaje cultural por España y parecen tener un guía que sabe de lo que está hablando. Me uno discretamente al grupo. El hombre nos da una perfecta explicación de las pinturas románicas del siglo XII que cubren la bóveda del panteón real (considerado la Capilla Sixtina española del románico) y donde están enterrados 23 reyes y reinas leoneses; nos da una vuelta por el museo y finalmente por la biblioteca. Es muy interesante, estoy bastante impresionado, pero aún no sé cómo comenzar el camino hacia Oviedo. Salgo de la Basílica y camino hacia el Obispado.
Allí, me dirigen hacia una Oficina de Información administrada por la Asociación del Camino de Santiago. Bingo, me digo a mí mismo, ¿por qué no vine aquí desde un principio? En la oficina, hablo con un señor muy amable que me dice: "Hay muchos caminos que te llevarán a Santiago" pero no sabe (o no quiere) decirme dónde comienza el que va a Oviedo. Me da unas cuantas credenciales, le doy las gracias y salgo. Es la tercera intentona y veinte que queden y debo encontrar alternativas.
Para empezar, decido ver dónde está la estación de autobuses. Puedo, me digo a mí mismo, llegar a Oviedo en autobús así que necesito los horarios. Mi recorrido por León continúa. Encuentro la estación de autobuses, consigo los horarios y, a la vuelta, visito el convento-monasterio de San Marcos.
Ir a Oviedo en autobús va contra mis principios y, a pesar de las dudas, decido caminar hasta Oviedo. Miro el mapa y busco la carretera que pasa por el Puerto de Pajares y desde allí a Oviedo. Busco la carretera y por el camino intento llamar a Ales. No se puede poner, lo que no me sorprende, pues lo único que he podido hacer hoy, además de turismo, fue llevar mi ropa a la lavandería. Tuve una interesante conversación con el hombre que lleva la lavandería. Pensó que era brasileño y cuando le dije que era "americano-portorriqueño" me dijo "Serías español si España no hubiera perdido la guerra de 1898 con EE.UU". ¿Qué se puede decir? Salí pensando "¿qué soy?" y decidí no meterme en pensamientos profundos. Debo encontrar el camino a Oviedo...
Enseguida encuentro el camino hacia los alrededores de la ciudad y a la carretera que va a Pajares. Son casi las 12.30 cuando me cruzo con un hombre que tiene pinta de caminante. Le pregunto "¿Conoce el camino a Oviedo?" Apunta con el dedo a la N-630 y me dice: "Mejor que el Camino Francés, hay todo tipo de instalaciones". Sonrío, por fin una respuesta clara. Éste no debe ser el camino, pero lleva a Oviedo. Vuelvo al centro de la ciudad, localizo un restaurante y me como una paella.
Mientras escribo estas notas me pregunto qué debería hacer y sabiendo lo obstinado que soy, sé que mañana a estas horas estaré en La Robla, camino del Puerto de Pajares. Si no por el Camino, haciendo camino. ¿Acaso no dijo el hombre que todos los caminos conducían a Santiago?