Pues a pesar de ello comimos tan ricamente -no siempre se aguanta mucho tiempo en A Moa, nombre de la cumbre-, bebimos de la bota de Humberto, cuyo vino era abundante como el de Caná, nos hicimos fotos (de cerca) y nos bajamos por donde habíamos trepado, desde la aldea de O Pindo, a ras del mar.
Todos tan contentos, raro, raro. Subimos una treintena buena, una AGACS de buen ver. Teresa la de Humberto y Carmen la de José Antonio, siempre rodeadas de hermanas y amigas; los de más lejos, Fernando Carro, Javier Martín, Tucho desde
su Miranda, Milio y Yeya, ¡up! ¡arriba! y Mario Torres que, muy cuco, pretextó algo de su Rocío, un tobillo o alguna articulación, y se quedó velando por la expedición desde el otro lado de la ría. Se incorporaron amigos de Santiago y de Carnota -el municipio al que pertenece el Pindo, sobre la ría de Muros. Nieves y Javier Martín atrajeron a sus primos Llonch (el segundo apellido de los hermanos, compartido con Àngels Llonch, la prima mencionada, y su marido, Óscar, recién...